lunes, octubre 3

Extremos que se tocan por las orejas

En el fondo, y en algunas ocasiones no tan en el fondo, el hombre es un animal y como tal, experimenta comportamientos instintivos y propios de todo ser vivo: El sectarismo, la integración en el grupo, la lucha por la supremacía, la búsqueda del reconocimiento, y por supuesto la crueldad para con el prójimo... Y hete aquí que tal día como hoy, en el que los astros se conjuran para ofrecernos un magno espectáculo estelar, la memoria me retrotraiga a la presencia de un pretérito compañero protagonista de muchas anécdotas del subconsciente colectivo. Este correligionario escolar, conocido en algunos círculos como Eclipse no es otro que David Glez.

Nuestro Demóstenes particular, sufridor de otistis, apaleador de puerros, mandril de urbe, inventor de verdades paralelas y más recientemente gemelo de Bandera, era un ser vivo bueno. Tonto, pero bueno. A mi entender Dudu (o C.J. como los ávidos lectores prefieran), gozaba de un subconsciente que le abstraía de su propia realidad y le hacía suponerse piloto de Ferrari en Monza, el as de los casinos en Las Vegas, sindicalista revolucionario en Moscú o el Pit que levantaba pasiones de leyenda, dependiendo de la ocasión o el episiodio del que supuestamente había sido testigo. No hace falta saber resolver la integral de secante al cubo de equis, para comprender que su único objetivo era buscar el reconocimiento que la vida le negaba y regalarse los oidos con éxitos de cuento.

Quizá no hiciera mal a nadie con su comportamiento, pero la fanfarronería y el autoensalzamiento aburren, y consiguen que este ser vivo que antaño ocupaba un espacio en nuestro diario discurrir por el mundo, ahora haya quedado relegado a la estantería del recuerdo, al principio empezando por la izquierda de la valda que reza "adolescencia". Y justo junto a la figurita de Gorilero, pegando a su oreja, hay otra que la toca, que comienza a acumular polvo lenta pero irreversiblemente y que de una manera muy distinta pero a la vez muy similar ha ido adoleciendo de los mismos comportamientos de chulería, humillación y superioridad que le condenan al ostracismo del estante.

Moraleja: Igual resulta ser bueno y quedarse atras por tonto, que ser malo y pasarse de listo. ¿Alguien viene a la bolera?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Entre los Extremos que se tocan por las Orejas y la Parte más baja del Saco, voy viéndome obligado a cerrar la Trilogía de la Colleja con algún otro personaje semiolvidado...

Anónimo dijo...

mucho pufo hay por aquí, ¿qué pasa es que yo no os grabé discos a 200 pelas? ,de desagradecidos está lleno el mundo

Anónimo dijo...

mucho pufo hay por aquí