viernes, septiembre 23

Diario de Robinson

Día 14.- Ya han pasado dos semanas desde que aparecí tumbado en la playa de esta isla. Desde ayer ya puedo confirmar que lo es, pues me atreví a subir la colina que quedaba a mis espaldas y desde alli contemplé que en kilómetros y kilómetros a la redonda, todo es agua. Me pareció ver tierra a mucha distancia hacia el sur, aunque quizá se tratase de nubes, no lo se. De momento me he aprovisionado de cocos que me abastecen de bebida y alimento, y he intentado pescar, pero lo único que he conseguido enganchar ha sido una pequeña tortuga y algas. He de aventurarme a cruzar la isla, pues aunque parece deshabitada, es lo bastante grande como para que haya agua y a lo mejor alguna señal de vida humana. En la playa ni rastro del Karpathia, ningún superviviente y ningún efecto que indique la tragedia, hasta el mar se ha olvidado de mi.

Sigo durmiendo dentro de la balsa salvavidas, porque al menos me protege de las lluvias y del sol que durante el día lo abrasa todo. Está pinchada y me veo incapaz de reparla, así que de momento la emplearé de refugio. Además no me fio de que no haya animales peligrosos, pues ya he visto un par de serpientes y hay algún ser que de noche emite terribles gritos desde dentro de los manglares. Espero que jamás se atreva a merodar mi barca.

Hasta ahora no he visto nada en el horizonte, tan sólo agua y algún pájaro que planea y me hace morir de envidia. Cada día flojea más la esperanza de poder utilizar mi espejo de señales o mi pistola de bengalas... aunque quizá esta última sea la solución en unas semanas cuando en vez del agua, sea la cobardía la que me ahogue.

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